Las arañas son seres con gran capacidad de adaptación que han encontrado la manera de sobrevivir a través de los años, soportando cambios climáticos, invasión humana e introducción de depredadores que amenazan su existencia orillándolas a la extinción, pero afortunadamente todavía existen varias familias que las representan.
Los estudios revelan que estos arácnidos existen en el mundo desde hace 400 millones de años, siendo las primeras ejemplares descendientes de seres quelicerados, es decir, grupos de animales con más de 70,000 especies existentes, entre ellas ácaros, garrapatas, escorpiones, entre otros. En total poco menos de 1,000 especies de arañas han sido descritas a partir de fósiles y el vestigio de telaraña más primitivo que se conoce es de hace aproximadamente 100 millones de años.
Aunque los fósiles de las arañas son escasos, uno de los grupos más antiguos de los que se conservan restos de hace 200 millones de años son los Mygalomorphae y los Araneomorphae, los cuales aún podemos admirar en la actualidad.
Se estima que los arácnidos existen en el mundo desde hace 400 millones de años.
Las más notables peculiaridades en la evolución de las arañas es el desarrollo de hileras y la creación de seda para la fabricación de telarañas. Las primeras arañas con estas características fueron conocidas a partir de restos fósiles que datan del período Devónico, es decir, hace 385 millones de años. Attercopus fimbriungus es un claro ejemplo de ello.
Los estudios revelan que las primeras arañas vivían en enormes y peligrosos bosques de helechos de la era Paleozoica donde convivían con cucarachas, milpiés y otras formas de vida depredadoras.
El origen del uso de la seda es una gran incógnita hoy en día, pero algunos científicos consideran la posibilidad de que primero haya sido utilizada solamente para proteger los huevos o para construir cavidades de resguardo, pero cuando percibieron que los insectos quedaban atrapados, más tarde comenzaron a construir pequeñas trampas en hojas y árboles.
Muchos de los restos fósiles de las arañas primitivas que se conservaron en ámbar (resina vegetal fosilizada) reflejan a un tipo de arañas muy similar a las que vemos en la actualidad; es decir, cuando vemos una araña moderna estamos viendo casi a un ser primitivo de hace millones de años. ¿No te parece sorprendente?
Claro está que en aquellas épocas existían otras arañas mucho más grandes que las que tenemos en nuestros días. Por ejemplo, las del género Megarachne. Estos seres fosilizados fueron hallados en Argentina y descritos apenas en 1980. Las medidas totales de su anatomía registraron 50 cm de longitud, lo que supera a la gran tarántula Goliat. Se dice que es la araña más grande jamás registrada y su reconstrucción con ayuda de la ciencia da como resultado a un ser con dimensiones muy grandes de color entre marrón claro y rosa pálido.
En Argentina se han hallado fósiles de arañas de 50 cm de longitud.
Los Megarachne han sido objeto de arduo estudio y polémica, pues en 2005 se reveló que se trataban más bien de euriptéridos (descendientes de quelicerados y relacionados con las arañas), pero cualquiera que sea el resultado, su descubrimiento es muy importante para ir aclarando o descartando dudas sobre el proceso evolutivo de las arañas.
Otros seres son los llamados trigonotárbidos que suelen ser confundidos con las arañas cuando realmente se trata de otro tipo de arácnido, que comparte varias características con las arañas pero no la principal: la producción de seda. Es por ello que no se consideran arañas verdaderas pero contribuyen al desarrollo de las investigaciones.
Se dice que hasta la fecha no se ha descubierto todas las especies de arañas en el mundo, estimándose miles o cientos de miles de criaturas desconocidas que aún se esperan encontrar, ya sea vivas o representadas en fósiles.